- Ustedes son frágiles, débiles e insignificantes, mañana los vamos a retar, escojan ustedes el duelo. A los que pierdan habrá esclavitud.
Los hombres consternados se miraban los unos a los otros y se decían:
- Que puede ser más poderoso que el mar, o que la tierra, o que el fuego , o que el viento? Cómo podremos superar esta contienda? En la batalla seremos derrotados y conducidos a una esclavitud mortal.
Todos estaban angustiados y desesperación había en sus rostros ¡Que angustia! Aquella noche, nadie puedo descansar, era una pesadilla lo que tendrían que enfrentar.
Llego el día siguiente y se presentaron los elementos como fieros guerreros, dispuestos a darlo todo y decididos a ganar. Estos llamaron entonces a los hombres, pero nadie quiso hablar, se miraron los unos a los otros. Hasta que finalmente, un hombre de parecer sencillo y humilde, con un libro viejo entre sus manos se adelantó, y se paró frente a los elementos, los cuales se burlaron.
Pero el hombre esperó pacientemente y entonces dijo:
- He escuchado que quieren retarnos y que ciertamente el perdedor será esclavizado por siempre, sin argumentos, sin comentarios, sin posible defensa ninguna. Pues bien, entre mis manos tengo un libro que atesoro, y en el, voy a basar la prueba a la cual nos someteremos.
Rieronse más aun los elementos y dijeron:
- Tu libro viejo y podrido Qué reto puede ser para nosotros? Dinos pronto, pero con seguridad, vas a ser tu, el primero de los esclavos.
El hombre entonces, levantó su libro, y este tenía como título:“ El Amor”.
Y los elementos dijeron:
- Este es tu reto? .
A lo que el hombre señalo:
- Comencemos de una vez. El reto es el amor: enseñadme ustedes su capacidad de amar.
El fuego orgulloso se presento primero, abrazo un árbol, y rápidamente lo consumió hasta sus cenizas.
El hombre dijo:
- Esto es lo mejor que puedes hacer? Aquel árbol verde, hermoso, con flores, hojas y frutos, lo has destruido, del amor tú no sabes nada.
Vino el viento poderoso, fiero y huracanado, y pasó a través de un valle, transformándole en un desierto. Y el hombre al viento increpó:
- Esto es lo mejor que puedes hacer? Aquel valle fructífero y hermoso, lleno de vida, mira en que lo has convertido. Hasta dan ganas de llorar, es peor que un desierto ¡Terrible! ¿Desolador!
Vino entonces, la tierra y levanto una montaña poderosa, grande y orgullosa, que inclusive tapo la luz del sol. -Que me dices ahora? dijo la montaña.
- Yo soy la tierra fértil y fecunda, nada puede existir ni puede ser sin mí. Y haciendo alarde de su poder, se estremeció y fue tan intenso que tembló toda la tierra, abriéndose grandes boquerones, devorando muchos seres.
Y el hombre, le dijo:
- Esto es lo mejor que puedes hacer? A tus propios hijos has dividido. Tu vanidad a ti mismo te ha engañado.
Vino entonces el mar, con una ola de tamaño impresionante, su poder fue tan arrasador, que barrió por varios kilómetros tierra adentro. Y luego se retiro, dejando a su paso destrucción y hasta peces muertos.
-Que has hecho, es acaso esto lo mejor que puedes hacer? le dijo el hombre.
Los elementos entonces se pusieron muy agresivos y violentos. Y el hombre dijo entonces:
- Mirad y aprended y, ser sojuzgados a mis pies, porque les enseñare lo que es el amor.
Hizo fuego y lo coloco alumbrando alrededor, preparó inclusive alimentos, esto es ser útil, esto es constructivo. Llamo al viento, y busco que el se suavice. Y dijo:
- Mira ahora, eres un viento delicioso y refrescante, no tiene porque haber en ti, violencia.
Trajo entonces también un poco de tierra, con la cual formo una pequeña habitación, y con otro poco de tierra hizo un pequeño jardín, sembró flores. Y le dijo a la tierra:
- Mira que hermoso puede ser. No hay nada que destruir. No hay razón ninguna para temblar y con terremotos herir.
Trajo un poco de agua, regó las plantas, bebió un poco de ella y sin dejar de beber.
-Mira todo lo que puedes hacer, le dijo al mar.
Luego se acercó a sus semejantes, a los niños les dio un beso en sus frentes, a los adultos abrazó, y a los que estaban enfermos y débiles, les alentó. Se volvió entonces a los elementos, y les dijo:
- Yo no tengo nada contra ustedes, porque ustedes también son parte de mí ser. ¿ Cómo yo pudiera vivir sin sus presencias?.
Con estas simples palabras, los elementos se humillaron y cayeron a sus pies. Y a una sola voz, dijeron:
-Ciertamente, el Divino Creador te ha puesto a ti, como aquel que nos gobierna con sabiduría, con paz. Nos has enseñado aquello que nosotros creímos saber más. Tu sencillez fue clara demostración de amor, nos ha dicho hoy y para siempre que el hombre debe ser el que gobierne porque así habrá armonía en toda la creación.
Y el hombre dirigiéndose a los elementos y a los demás hombres, dijo entonces:
- Ni gobernante ni gobernados. Toda la creación es la gloria del amor del Creador, recordemos la importancia de este tiempo, de este momento, de este conocimiento, unos a nosotros nos necesitamos. Cuidémonos como hermanos.
Y los elementos se inclinaron y, el hombre supo que el camino del gobierno, que el camino de la paz para con todo lo existente, esta basado y sostenido en el arte de amar.
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Autor/Artista: Oscar Basurto Carbonell
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